miércoles, 9 de junio de 2010

Aceite de Oliva

Tal como ocurrió en el caso del vino y algunas variedades frutales, el olivo no es propio de Chile, sino que llegó al país de la mano de los españoles, que dominaron el territorio nacional hasta 1810. Este mítico árbol encontró en estas tierras grandes extensiones de suelos fértiles y climas diversos que permitieron su adaptación rápida y la producción de distintas variedades de frutos que expresan lo más puro de este rincón del mundo.
Sin embargo, su historia es muchísimo más antigua que la conquista de América. Su origen está plasmado en innumerables mitos y leyendas, pues se trata de un árbol cargado de simbolismos, al que algunas culturas le atribuyen incluso un origen divino. Presente en el nacimiento, desarrollo y también en la caída de las grandes civilizaciones, lo más probable es que el olivo haya nacido en la zona de Turkestán (Asia Central) para propagarse después hacia Occidente por la cuenca mediterránea.
Palestina, Mesopotamia y Creta serían las primeras tierras en que se plantaron olivos para producir aceites. Las aceitunas eran molidas a mano y el líquido decantado en vasijas de piedra. Luego se comercializaba en los más importantes centros urbanos. Así, el aceite se transformó en un preciado bien, y sus ramas y hojas se usaban como símbolo de bienvenida y amistad entre los pueblos.
Los egipcios, en tanto, comenzaron importando este producto y rápidamente le otorgaron fines cosméticos. Pero los romanos fueron más allá, y además de descubrir los primeros beneficios terapéuticos del aceite de oliva, lo utilizaron como condimento y también como combustible. Además, propagaron el olivo de un modo sistemático, de manera que al final de la República y al principio del imperio, ya estaba presente no solo en Italia, sino que también en Francia, España y Portugal.
En la Edad Media, el aceite de oliva fue un bien escaso, que tuvo su resurgimiento con la llegada del Renacimiento. El año 1700 marca su crecimiento, gracias al desarrollo del libre mercado y a la exención de impuestos sobre los olivares. Desde ese entonces, el aceite de oliva –y el italiano principalmente- se difunde principalmente en el Viejo Continente.
Actualmente, los principales países productores de aceite de oliva están ubicados en la Cuenca del Mediterráneo. España, Italia y Grecia se han ganado su espacio como los más importantes a escala mundial. Sin embargo, Turquía y Túnez también poseen importantes superficies cultivadas, aunque la producción de aceite no es tan importante como en las naciones



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