sábado, 19 de junio de 2010

Inntroducción al Vino


Como el trigo, la vid es una de las plantas más antiguas cultivadas por hombre y es sin duda la más prestigiosa. Se estima que la vid del gene vitivinifera existió como una forma primitiva de viticultura en Asia el tercer milenio A.C., parecida a una planta trepadora de tronco grueso leñoso que crecía en los bosques. Con la civilización al comenzar los cultivos y a causa de las migraciones, la vid, comenzó a propagarse hacia el oeste, la Mesopotamia el Caucazo y Egipto fueron las primeras regiones vitivinícolas del mundo. Si bien la historia del vino se pierde en el tiempo, no se puede dejar de mencionar el invaluable aporte que hicieron las civilizaciones griegas y romanas. Es en Grecia donde por primera vez encontramos el vino con una cierta similitud al que encontramos hoy, en ese entonces los vinos se consumían principalmente con agua.

Al propagar su cultura y civilización, los griegos implantan la vid en gran parte de los países vecinos, notablemente en Italia, que ellos llamarían “enotria” (tierra de viñas). De la misma manera los romanos heredaron el arte de la viña y el vino, y fueron estos los mejores embajadores.

De colonia en colonia los viñedos se fueron desarrollando rápidamente partiendo de Provenza (región de Italia) los romanos plantan de Marsella a Bordeaux la región del Rhone; España, Alemania y África del norte, de esta manera se configura el esqueleto vinícola de los principales países productores de vino de la vieja Europa.

HISTORIA DEL VINO EN CHILE
RESEÑA:
La historia del vino en Chile comenzó con la llegada de los primeros conquistadores españole. Las crónicas mencionan como precursores a los sacerdotes, quienes en 1548 plantaron vides de inmediato para proveer de vino a las ceremonias religiosas. Las buenas condiciones climáticas permitieron que el cultivo se extendiera en la parte central del país. Pero pasaron tres siglos antes que se produjera un vuelco en la vitivinicultura chilena: en 1851 don Silvestre Ochagavía introdujo cepas francesas, y de Merlot, Pinot, Sauvignon, Semillón, y otras que constituyen la base de la producción de vinos en Chile.

A principios de 1900, las vides ya cubrían 40.000 hectáreas del territorio chileno.
Entre 1982 y 1983 se alcanzó la producción más alta, coincidiendo con una importante reducción en el consumo local. Ambos elementos provocaron una crisis de proporciones, con una fuerte caída de precios. Fue justamente en esta época cuando el esquema de familias tradicionales propietarias de grandes viñas comenzó a ser reemplazado por el de grupos económicos o sociedades anónimas, lo que impulsó definitivamente la modernización del negocio.

CLIMA, SUELO Y CEPA.

Chile posee, en forma excepcional, las 3 condiciones de coexistencia básica para la producción de materia prima, y posterior elaboración de un buen vino (clima, suelo y cepa).
CLIMA: la vid posee una gran adaptación a temperaturas muy variadas, con épocas en las que necesita una relativa baja de humedad atmosférica, de manera que esta permita concentrar los azúcares en el grano y alcanzar así un buen grado alcohólico. Por esto los climas tropicales no favorecen el desarrollo de racimos de buena calidad y los excesivos fríos tampoco permite alcanzar un buen equilibrio entre azúcares y ácidos (siendo los primeros bajos y los segundos muy altos). En cambio su adaptación a las variaciones de temperatura le permiten vivir en los países de climas templados.

A lo largo de chile hay grandes variaciones de temperatura y diferencias de cantidad de lluvias, sin embargo el área de producción vitivinícola tiene muy pequeñas diferencias, el clima del valle central es descrito como mediterráneo o templado, aunque con algunas diferencias importantes e incidentes en la adaptación de uno u otro cepaje.
Otro factor importante es la oscilación térmica existente que favorece normalmente una buena maduración del grano, factor importantísimo en la calidad final del vino.
No debemos olvidar que un buen vino debe producirse con una buena materia prima: es decir que el trabajo debe comenzar en la parra y aún antes, en la elección adecuada del cepaje de acuerdo al clima y suelo del que se dispone.
Por otra parte hacia el norte las limitaciones estarán dadas por las excesivas temperaturas y la escasa humedad atmosférica que bloquean la fotosíntesis he impiden una evolución normal de la maduración. Donde la temperatura es alta y la humedad ambiente no limitante se producen racimos con alta graduación alcohólica pero baja acidez, aptos solo para un tipo de vinos y licores.
Más hacia la zona central no hay limitaciones climáticas, sino las de adaptación del cultivo elegido. Hacia el sur, el problema se presenta donde las variedades no alcanzan una graduación alcohólica adecuada y su acidez se mantiene alta. La lluvias tempranas de otoño impiden también la sana maduración del racimo, existiendo, sin embargo, zonas con microclimas que permite a determinada cepa desarrollarse adecuadamente.
Las variantes más húmedas para clima templado no son las más favorables para la calidad de la vid. Son preferibles las variantes más bien secas y de escasa a media nubosidad.
En cuanto a terrenos en laderas, se puede decir que por temperatura he insolación, los mejores son los terrenos expuestos al norte y al oeste; las laderas expuestas al sur son poco soleadas y las expuestas al este sufren bruscas variaciones de temperatura al salir el sol.
En resumen la zona vinícola de Chile reúne las condiciones antes citadas.

EL SUELO: La configuración y naturaleza del suelo son los factores relevantes para la buena calidad del vino.
En términos generales la vid no vegeta bien en suelos húmedos; da productos abundantes pero de escasa calidad, siendo las mejores calidades las obtenidas en suelos más secos.
La vid vegetará mejor en suelos sueltos que compactos. Incluso en suelos pedregosos se obtienen productos de gran calidad. Para el cultivo de la vid se requieren suelos de fertilidad mediana o escasa, mientras más fértil es el terreno la calidad del fruto disminuye. Como conclusión, se puede decir que los mejores suelos para producción vinífera son: terrenos pobres, secos o semi secos, que no favorezcan un excesivo desarrollo vegetativo de la planta, y que por otro lado si pueda favorecer una buena fructificación.

CEPAS: las cepas introducidas en chile son casi todas nobles. Estas cepas importadas principalmente de Francia, se adaptaron excelentemente al suelo Chileno y son, al día de hoy, reconocidas universalmente como las cepas productoras de los mejores vinos del mundo.
Entre ellas están los cepajes franceses, Cabernet Sauvignon, Merlot, Cot, Pinot Noir, Souvignon Blanc y Chardonnay; esta última introducida más recientemente; además los cepajes alemanes Riesling y Gewürztraminer.
Estas cepas son completamente originales por no haber sido nunca atacada por la filoxera ( una plaga que devastó prácticamente todos los viñedos de Europa y del mundo en el siglo pasado); por esta razón no requieren de porta injertos resistentes al problema. Esto significa que en los cepajes chilenos no existe una variación en su calidad original atribuida a una influencia del porta injerto, que es el que aporta el sistema radicular a la planta.

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